La responsabilidad colectiva detrás del suicidio infantil: “Los adolescentes hoy se sienten solos”

En Colombia, 2.727 niños y niñas han provocado su propia muerte en la última década; son seis cada semana. Cinco expertos señalan el abuso sexual y las redes como principales detonantes

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Hace ya varios meses que Liliana Cifuentes no se pregunta por qué. Ya no está empeñada en entender por qué su hijo Samuel provocó su propia muerte días después de cumplir 17 años. Ni cuestiona a la maestra que le pidió un dibujo y que al ver cómo le devolvía un papel con un chico ahorcado no encendió ninguna alarma. Tampoco siente rabia con la médico general que le recetó “en secreto” antidepresivos. Ni con ninguno de sus amigos que no avisó de los cortes que se hacía en los brazos. La culpa tampoco se apodera de ella como lo hacía al principio. Ahora, tras casi dos años sin Sami, ha centrado su fuerza en ayudar a otros jóvenes -muchos amigos de su hijo- que ya lo habían intentado o estaban a punto de hacerlo. “Todos tenemos una gotita de responsabilidad cuando un niño se suicida. Todos”, reflexiona.

Victoria Eugenia Eusse, pediatra, lamenta que Cifuentes entienda algo tan profundo que la sociedad aún no ha comprendido: que los suicidios no son algo privado. “Uno de los grandes mitos es pensar que ‘era cosa suya’. Todo lo que tiene que ver con la salud mental no es sólo un tema del paciente. El enfermo es la manifestación de un entorno, familiar o escolar. Y se necesita un equipo para frenarlo; sobre todo cuando hablamos de suicidios infantiles y adolescentes”, zanja.

En Colombia, el tamaño de este desafío es enorme. La última década han muerto por suicidio al menos 2.727 niños, niñas y adolescentes entre los 5 y los 17 años, según un recuento hecho por América Futura con los datos oficiales de Medicina Legal. Son prácticamente seis menores cada semana. Estas cifras muestran un aumento paulatino de casi un 10% interanual. Desde 2016, además, cada año ha habido al menos un suicidio de pequeños entre los cinco y los nueve.

Julián Palacio, psiquiatra infantil, entrevistó recientemente a 23 familias afectadas por este fenómeno multifactorial en Antioquia y también notó que el número de niños tan chiquitos no es excepcional. Al contrario, asegura que probablemente es un subregistro. “Muchos padres quieren creer que es un accidente, pero es una cifra que aumenta mucho y que no se está abordando lo suficiente”. Para el experto, tiene mucho que ver con cómo se va moldeando la propia concepción de la muerte. La literatura científica muestra que hasta los 9 años, uno no es consciente plenamente de que la muerte es irreversible. Así, muchos niños y niñas sienten que, al igual que en los videojuegos, “la vida reinicia después del game over”.